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Detalhe de Caboclos ou índios civilizados, Jean-Baptiste Debret (1835). Foto: Edouard Fraipont

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Paso a paso

Módulo 1 – El Brasil Desconocido

El territorio brasileño se reveló al mundo poco a poco, debido al temor y resistencia por parte de los colonizadores. Un ejemplo está en el Mapa do Almirante [Mapa del Almirante], de 1522, en el que el cartógrafo alemán Waldseemüller delinea una parte de la costa del país, a la que llama de Terra Nova [Tierra Nueva]. Al no haber referencias cartográficas sobre el interior, lo ocupa con indígenas caníbales. En esa sala, entre indígenas y mapas, relucen monedas como una que estuvo en circulación, acuñada en 1695, con el nombre Terra de Santa Cruz [Tierra de Santa Cruz].

 

 

Módulo 2 – El Brasil Holandés

El paso de Maurício de Nassau y su comitiva por la colonia dejó como legado grabados y pinturas del paisaje, realizados por artistas de formación europea, como Frans Post (1612-1680). Hay más de 150 trabajos del artista sobre ese tema, entre los cuales se encuentra Povoado numa Planície Arborizada [Pueblo en una Llanura Arbolada], obra primera de la Coleção Brasiliana Itaú [Colección Brasiliana Itaú]. La herencia holandesa se amplía con registros de la fauna y la flora y documentos escritos. El libro História Natural do Brasil (Historia Brasilis), impreso en 1648, es un ejemplo.

 

 

Módulo 3 – El Brasil Secreto

Eran el oro y los diamantes que despertaban más codicia en los colonizadores. En paralelo a ese ciclo económico, en la región de Minas Gerais, surgieron la Inconfidência Mineira [Conspiración Minera], poesías románticas y uno de los mitos de las artes nacionales, Antonio Francisco Lisboa (1730-1814), el Aleijadinho. Es suya la imagen de cedro policromada Nossa Senhora das Dores [Nuestra Señora de los Dolores]. Para vender el oro que encontraban, los buscadores tenían que fundirlo en barras y pagar el impuesto «Quinto». Algunas raras barras de ese periodo pertenecen a la colección.

 

 

Módulo 4 – El Brasil de los Naturalistas

Los indígenas despertaron gran curiosidad en el Viejo Mundo y destacaron en los álbumes de los artistas naturalistas viajeros.  Publicado en Múnich, en 1823, el álbum Viagem ao Brasil [Viaje a Brasil], de Johann Baptiste von Spix (1781 - 1826) y Carl Friedrich Philipp von Martius (1794 - 1868), incluye los más bellos grabados del periodo sobre el tema, realizados en litografía y coloreados a mano: los retratos de los indígenas Iuri, Miranha y Muxuruna. Otra muestra de los registros de los científicos y artistas europeos que estudiaron el país en el siglo XIX es el conjunto de 30 cromolitografías de pájaros, hechas a partir de los dibujos del francés J. T. Descourtilz (1796 – 1855), para la obra Ornithologie Bresilienne ou Histoire des Oiseaux du Bresil [Ornitología Brasileña o Historia de los Pájaros de Brasil], publicada en Londres, entre 1852 y 1856.

 

 

Módulo 5 – El Brasil de la Capital

Foco de la atención de los artistas viajeros, Río de Janeiro tiene una rica iconografía que retrata la variedad de la vegetación, el mar y la topografía de la segunda capital de Brasil. Destaca el panorama publicado por Johann Jacob Steinmann (1800 – 1844) en Suiza, hacia 1840, a partir de un dibujo de Frédéric Salathé (1793 – 1860). Paisajes y costumbres cariocas surgen en el trazo del pintor alemán J. M. Rugendas (1802 – 1858), en grabados litografiados en París, en 1835, a partir de dibujos de la década anterior. O en las pinturas del francés J. B. Debret (1768 – 1848), quien publicó en el libro Voyage Pittoresque et Historique au Brésil (París, 1835) [Viaje Pintoresco e Histórico a Brasil], uno de los más famosos conjuntos de imágenes del imperio antes que se inventara la fotografía.

Módulo 6 – El Brasil de las Provincias

Encargado por el emperador D. Pedro I, el Panorama da Cidade de São Paulo [Panorama de la Ciudad de São Paulo], del francés Armand Jullien Pallière (1784 – 1862), se considera la más importante obra de la iconografía de São Paulo, anterior a la fotografía. El óleo sobre lienzo desapareció al ser vendido después de la Proclamación de la República y quedó olvidado por 110 años, hasta que fue redescubierto en 2001, cuando se integró a la Coleção Brasiliana Itaú [Colección Brasiliana Itaú]. También olvidada en colecciones particulares, la Vista Panorâmica da Baía de Belém do Pará [Vista Panorámica de la Cuenca de Belém do Pará] fue pintada en 1870 por Joseph Léon Righini (1820 – 1884) y es fundamental en la iconografía amazónica.

 

 

Módulo 7 – El Brasil del Imperio

Pintor de la corte en Brasil, J. B. Debret (1768-1848) presenció y registró la ceremonia de boda entre D. Pedro I y su segunda esposa, D. Amélia. La idea era la de un óleo sobre lienzo de grandes dimensiones, hecho a partir de la obra expuesta en ese espacio. Tras la abdicación del emperador, en 1831, no se hizo la pintura más grande. Entre las monedas de ese reinado, la Peça da Coroação [Pieza de la Coronación], hecha en el año de la Independencia de Brasil (1822) para la consagración del emperador, acuñada en oro, se considera la más valiosa moneda brasileña. Parte de un lote de 64 ejemplares —que, por orden del regente, no se puso en circulación— tiene como efigie el busto desnudo de D. Pedro I con una corona de laureles en la cabeza, a la manera de los emperadores romanos.

 

 

Módulo 8 – El Brasil de la Esclavitud

Capítulo tenebroso y determinante de la historia brasileña, la esclavitud fue retratada por una serie de artistas viajeros. El inglés Henry Chamberlain (1796-1844) visitó Río de Janeiro en 1817 y, cinco años después, presentó en Londres la primera colección de grabados enfocada en la mano de obra esclava que los señores de la ciudad brasileña insistían en utilizar. También presentes en la colección, trabajos de J. M. Rugendas (1802-1858) y J. B. Debret (1768-1848) muestran escenas de la esclavitud en diferentes contextos —el rural y el urbano, respectivamente—, igualmente degradantes.

 

 

Módulo 9 – El Brasil de los Brasileños

Brasil llega al siglo XX. Mientras la república se consolida, la cultura nacional se redescubre —ya sea indagando la tradición y absorbiendo elementos extranjeros, como hizo el modernista Oswald de Andrade (1890-1954) en la recopilación de poemas Pau Brasil, de 1925, o componiendo crónicas visuales enfocadas en los tipos de la ciudad y en el medio político, trabajo que el caricaturista J. Carlos (1884-1950) realizaba con sentido crítico y buen humor. El periodo también es marcado por colaboraciones entre artistas brasileños y de otros países. En 1903, por ejemplo, Henrique Alvim Correa (1876-1910) produjo una serie de ilustraciones basadas en la novela La Guerra de los Mundos, del inglés H. G. Wells (1866-1946). Aprobadas por el autor, las imágenes se publicaron, en 1906, en una edición de lujo del clásico de la ciencia ficción.

 

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